viernes, 30 de noviembre de 2018

Conos

En Roma está ocurriendo una revolución silenciosa, una revolución fragmentaria. Sus signos son círculos dispersos, efímeros frente a los grandes círculos que configuran esta ciudad. Cuando uno camina por ciertas aceras, encuentra conos perfectos de hojas secas y desperdicios. Son pequeños montículos que acumulan aquello que la desidia del municipio es incapaz de suprimir, y al hacerlo forman una instalación callejera. Sus creadores son siempre inmigrantes subsaharianos que, con paciencia africana, barren un pedazo de acera, una decena de metros sustraídos a la normalidad de papeles, colillas, hierbajos y excrementos de perro. Es un fragmento fuera de lugar, una subversión de la ciudad ubicada entre dos conos y dos platos de plástico con un puñado de monedas.
Círculos minúsculos contra la grandiosidad del Coliseo y el Panteón, duran hasta que se agota el tiempo de la colecta o la paciencia del viento.