miércoles, 14 de diciembre de 2011

nos otros

A menudo pienso, como en la adolescencia, que nuestro único destino posible es el de ser un reflejo, un cuerpo visible a los ojos de los demás, que nos contemplan con la certeza de ser una presencia que se reconoce en nosotros. Onetti lo expresaba mejor que nadie en Juntacadáveres a través del personaje de Jorge, quien se reconocía en los ojos de Julita: “Me estoy viendo y acepto: débil, puro, incapaz de soledad, sin más destino posible que ser un elemento en la existencia de otro, otros”. Ahora, sin embargo, eso que entonces vivía como una limitación lo percibo como una riqueza: el juego fértil de los espejos. ¿O será el miedo a la soledad?

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