jueves, 26 de enero de 2012

escritura, existencia

Confieso que en parte esta frase de la última novela de Houellebecq retrata lo que siento ahora en cuanto a mi trabajo como escritor (aficionado, pero escritor):

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“On peut travailler en solitaire pendant des années, c’est même la seule manière de travailler à vrai dire; vient toujours un moment où l’on éprouve le besoin de montrer son travail au monde, moins pour recueillir son jugement que pour se rassurer soi-même sur l’existence de ce travail, et même sur son existence propre, au sein d’une espèce sociale l’individualité n’est guère qu’une fiction brève.”

Michel Houellebecq, La carte et le territoire (Flammarion, 2011).

Sí, la soledad del trabajo de escritura es una necesidad, pero llega ese momento, que dice Houellebecq, en que se siente otra necesidad no menos imperiosa, la de dar a conocer a otros lo que uno ha hecho. Coincido en que esa necesidad responde no tanto a la búsqueda del juicio ajeno, sino hacia la confirmación de la existencia de ese trabajo, e incluso de la existencia de uno mismo. La individualidad es apenas una ficción breve en el ámbito de una especie social, dice Houellebecq. 

Con una novela que espera editor desde hace más de un año, y otra a medio escribir, estoy desde hace meses entrando en ese territorio de la inexistencia en el plano de lo real: me voy borrando, como si nunca hubiera escrito, como si nunca hubiese estado. Pensarlo me divierte (si no lo pienso, me hundo), escribirlo me salva.

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