miércoles, 5 de marzo de 2014

Algunos poemas de Antonio Méndez Rubio


En uno de esos raros tiempos de soledad leo en un bar, casi de un tirón, los poemas de Va verdad (Vaso Roto, 2013), de Antonio Méndez Rubio. Había leído antes poemas suyos, recomendados por Blanca, que lee mucha más poesía que yo y siempre me descubre nuevas voces (nuevas para mí, claro). Leer a Méndez Rubio es entrar en un círculo donde la voz se libera de la subjetividad del poeta, poesía de la sorpresa y de la ruptura del lenguaje, de los sentidos abiertos. Es difícil, pero a mí me gusta esta dificultad, aunque me quede a medio camino, incluso si me quedo a las puertas de algo que sólo intuyo, pero que ya despierta un goce por las palabras y los sentidos que alcanzo o le doy. Así me suele pasar con la lectura en general, y más con la poesía. (Y sí, paréntesis: puede que el disfrute de la lectura se acompañe de las circunstancias –porque no es cierto que no importe el lugar donde se lee o las circunstancias en que se hace: el lugar y el momento hacen también al texto–: un bar de vinos en la via Fratelli Bonnet, un vasito de ratafià –el licor más parecido al porto que he encontrado aquí– y Dexter Gordon sonando de fondo). Pero bien pronto he dejado de escuchar la música, creo que ha sido aquí:

III

Por lo demás que no
te alzas de la hendidura
definitiva
haciendo una grieta al futuro
sobre el aire de siempre no es
que no
sea verdad es que no
es ni siquiera posible
decirlo sin pensar, sin
olvidarse de
todo menos de ti.

Ahora, en la tranquilidad de la noche, vuelvo a leer algunos. No me atrevo a comentarlos, me limito a compartirlos:

XXXI

Tal vez. Espera. Escucha
desvanecerse el tema, el miedo.
                                                 Hay
nieve de sobra para estar a solas, juntos,
otra vez. La tierra la sostiene
aunque sólo sea por eso. Nada
se confunde con la ausencia de nada.
Esa alianza, que dimos por perdida,
suena sorprendidamente
perfecta al acogerlo. ¿Lo entendemos?
¿Qué más se puede decir?
¿Se separan las nubes o buscan otras?
Quédate un momento cerca
por si es posible. Daría todo por
oírte oírlas.

XLI

El suelo que era su sitio; por donde andaba sin acabar de erguirse, donde siempre volvía a caer… las cosas, las ramas, las paredes se movían, iban cambiando; y eso, atender a lo que cambia, ver el cambio y ver mientras nos movemos, es el comienzo del mirar de verdad.(M. Zambrano / J. Cage)

Tiempo al tiempo.
Mira: pasan nubes,
a través de su intensidad,
por un azar que aún es su sitio,
su cuerpo. Entretanto
removemos agua
con las manos abiertas o
aprendemos a pensar
más en coger trenes
que en esperarlos. No sabemos.
Haz la prueba. En
una palabra, di: si
no es de eso, ¿de
qué vivimos?

LXVIII

Aunque
no conoces a nadie
ni nadie te conoce en una
tierra como esta tierra despertada
por la fuerza, ¿puedes
(por detrás de esa extrañeza
que te produce la luz)
ver lo que hay dentro,
buscar fuera
de mí?

Antonio Méndez Rubio, Va verdad, Vaso Roto Poesía, 2013.

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