miércoles, 12 de junio de 2013
ser y representar
Que yo recuerde, suelo preferir el libro a la película. No sólo por la libertad de composición imaginaria de espacios y fisonomías, sino porque el lenguaje del cine es mucho más limitado para entrar en digresiones narrativas que son fundamentales para dar fondo y peso a la trama y a la acción de los personajes. También me pasó con La insoportable levedad del ser. Hace unos años leí mucho a Kundera, que ha sido una referencia importante no ya para mi escritura (de eso no siempre soy consciente, lastres del improvisador), sino para mi forma de ver la vida. La novela es mejor que la película, no hay más que decir. No tengo intención de escribir sobre ambas. Esto es sólo un brevísimo apunte. Lo que vengo a decir es que, incluso cuando se trata de poner cara, expresión y emoción a los personajes, la novela es superior. Solo que en la película está Juliette Binoche. Ahora ya, incluso en la relectura, Tereza será siempre ella.
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