Claro, no hace falta decir nada. Había que poner la primera piedra, el punto cero. Volver de un paseo nocturno, el viento en las ramas todavía dentro de la cabeza, memoria del río manchado de luces, y empezar por aquí. Empezar diciendo que seguiré susurrando, aunque acaso nadie escuche. Acaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario