Aferrar como apartando, a fin de abrir mejor. Hacer de las dos concavidades una sola, del mismo modo que el pintor esparce con un grueso trazo. Moverse de abajo arriba, de atrás a delante, de sur a norte, entre los bordes hirsutos. Recorrer el surco una y otra vez hasta crear en el sur un hoyuelo blandamente receptivo, como reclamando –se diría– entre balbuceos una atención mayor. Y en el norte, un tenso brote abotonado, henchido y tembloroso, a punto de estallar hacia adentro, hasta el extremo de la última de sus raíces.
Luis Goytisolo, Diario de 360º (2000), ed. Siruela, 2010, p. 102.
En esta ¿novela? encuentro al mejor Luis Goytisolo, más allá de su gran obra Antagonía, que me pareció asombrosa y excelente, pero también a ratos plomiza (lo cual es, probablemente, más una carencia mía que de la propia tetralogía). Hay un dominio de la escritura fragmentaria que ya quisieran algunos afterpoperos (ojo, algunos), un giro de un año a través de fogonazos narrativos, poéticos o eróticos como el fragmento que cito arriba, autobiográficos sin caer en la autorreferencia ombliguista, metaliterarios, etc. Hay hilos conductores (de argumentos, temas, tonos), pero también fragmentos inconexos que mantienen en general un gran nivel literario.
Lejos de la postmodernidad blanda que nos domina, que entre banalidad y balanidad parece volver a poner en primera línea el ego del autor por encima del texto, las propuestas teóricas y los comentarios por encima de los resultados literarios, Goytisolo (probablemente sin pretenderlo) da una lección anticipada de maestría con este libro. Y recuerda, además, que la mejor literatura es la que, además de dar placer, aviva las ideas, amplía el perfil de las preguntas desde el centro de la propia creación literaria, no desde sus márgenes.
jueves, 30 de junio de 2011
martes, 28 de junio de 2011
la llorona
En esta versión de la canción tradicional mexicana, Charles Lloyd hace llorar a su saxo tenor. En estos días, en la escucha imagino que soy el saxo tenor de Charles Lloyd.
lunes, 27 de junio de 2011
garabato 3
cuida tu lenguaje mejor de lo que cuidarías un cuerpo amado _ porque el lenguaje es un cuerpo que engendra cuerpos _ un manantial inagotable que configura el mundo _ cría a tu lenguaje como a un perro fiel y enséñale a traerte el hueso a orinar fuera de casa enséñale a darte la patita al lenguaje _ y no te alarmes si a la noche el aullido helado del lenguaje yela la luna
sábado, 25 de junio de 2011
cercos (Guantánamo, todavía)
No sabes dónde estás, ni vas sabiendo quién eres, sólo sabes que te llevaron allí con los demás, hace mucho tiempo, no sabrías decir cuánto, dos o tres años o toda la vida, y que te preguntan, a diario te gritan, te golpean, te humillan (pero tú tambien has humillado, has golpeado, has gritado a otros en un lugar lejano a ese lugar ((una isla en el interior de otra isla, y ésta en una isla mayor y alrededor sólo el mar (((pero qué lejano el mar cuando el único horizonte son los cuatro tabiques de esa celda, cuando por todo recuerdo ((((en aquella aldea estaban Marwan y Nureddín, todos habían venido a luchar por lo mismo y creían en lo mismo, pero tú, ¿creías de verdad? Había que demostrarlo, y qué mejor modo que dar la vida (((((pero la vida, qué es la vida, cómo arrebatarla así cuando tú mismo has llorado la barbarie en nombre de tanta mentira, por qué la vida como moneda))))), porque la vida verdadera está en otros jardines, te decían, donde sólo los más osados y los puros llegan)))) el mar es aquel verano en casa de tu primo Omar en Aqaba, sus trofeos de pesca submarina y el viaje de regreso, desierto adentro, con el mar en la mirada))), esa base limitada es una isla dentro de otra isla, y de tan adentro está más afuera, afuera del mundo y de toda ley)), también tú has engendrado el miedo y la sangre y el espanto), a diario escupen sobre el libro que adoras y te dicen demonio, y tú no sabes ya quién es un demonio, si vosotros o ellos, si los que estáis dentro o los de afuera, demonios uniformados, sin palabra ni ley ni humanidad.
jueves, 16 de junio de 2011
garabato 2
adónde va cuanto perdemos _ en qué lugar o no lugar buscarlo _ en qué limbo proyectar el reencuentro con las pequeñas presencias que un día fundaron nuestra vida _ la peonza de madera coloreada que volaba en espiral ante tu asombro _ la jirafa de peluche con su cuello propicio al abrazo _ el cronómetro ruso extraviado en su cuenta precisa _ un velero sin velas que naufragó en la balsa el último verano de la infancia _ en qué isla de la memoria hallarlos
martes, 14 de junio de 2011
Tobi
No vuelvas a comportarte de ese modo, Tobi, despreciable saco de pulgas: me obligas a castigarte en tu rincón o a usar la correa, y después te lamentas, o peor, me reprochas que te haya quedado una marca visible porque temes que pueda verla cualquier compañero de departamento. Siempre el qué dirán, Tobías, ese miedo estúpido a no ser un catedrático normal. Como si fueses el único que ladra o cría garrapatas. Y ahora venga, dame la patita, ¡dame la patita!
sábado, 11 de junio de 2011
garabato 1
una difusa conciencia de haber nacido me indica que todo conocimiento del origen no es más que relato y mirada _ alivia saber que no es preciso tener memoria de la respiración para seguir abriendo el pecho _ que no se requiere tender celadas al aire _ aunque de improviso notamos que nuestra identidad es un nuevo latido sístole diástole repetido flexible _ que nuestra mirada como nuestra memoria son al tiempo y en el tiempo proyecciones y que el cuerpo del origen no es más que un cuaderno en blanco presto a acoger los primeros garabatos los sinuosos balbuceos
viernes, 10 de junio de 2011
libres para todo
acaso este diálogo improvisado: los rudimentos de un lenguaje compartido, una frase que gira en torno a la siguiente o la respuesta a una pregunta no formulada,
una propuesta que deriva hacia la omisión: libres para todo,
para llegar tarde al día señalado,
para darle otro nombre a la desgracia,
para invertir costumbres normas convenciones,
para creernos libres y escribirlo,
libres para todo,
libres
hasta para ser esclavos
jueves, 9 de junio de 2011
jugar
Siempre me dejan fuera, por torpe o porque les caigo gordo, o porque ando siempre pensando en mis historias y no pongo atención en el partido, por eso nunca puedo jugar: No, tú no, Remi; pero cada vez que la pelota salta la verja me piden que vaya a buscarla: Veeenga Reeemi, si la traes te ponemos de árbitro; aunque casi nunca me ponen de árbitro, y si me ponen no duro ni cinco minutos, hasta que grito ¡Córner!, entonces me quitan porque los que defienden no están de acuerdo, o porque se cansan de verme jadear arriba y abajo del campo; pero yo voy de todas formas, porque no tengo nada mejor que hacer o porque soy dócil, como dice papá: Hijo, es que eres muy dócil; yo voy y busco el balón para que sigan jugando sin mí, así todos los recreos y así hoy: la pelota vuela sobre la barrera de abetos y Casal me grita: Remi, campeón, trae el esférico, y yo miro a todas partes por si el conserje o el profe de guardia están vigilando, el Gallo me hace la espuela y salto la verja: Venga busca, busca, sabueso, me gritan desde dentro; ya estoy fuera y me señalan el callejón de la parroquia: Se ha metido por allí, dice el Gallo detrás de la alambrada, y yo corro y corro pero no la veo, el callejón está desierto y no la veo, dónde se ha metido la pelota; entonces veo las piernas, esas piernas como palillos plegados al fondo del callejón, en el portal de la sacristía esas piernas dobladas y entre ellas el balón: Ah el balón, lo tiene ése, y corro hasta el fondo: La pelota, jadeo, pido, esa pelota; su pelo son largos mechones sucios y tiene la cara chupada y pálida como un zombi; me mira con ojos de perro apaleado; da miedo, pero más miedo me da volver sin la pelota, las manos vacías y el final del juego, así que le digo otra vez: Dame la pelota, y él con sus ojos de perro agarra una bolsa de plástico y respira dentro, respira pero no suelta el balón de entre sus piernas, respira, sí, el pegamento de la bolsa, y me mira otra vez como si no me hubiese visto antes; La pelota, le digo, y él asiente despacio: Es mía, dice, y yo: Que no, que me la des, y él: Que te lo crees tú canijo, es mía, masculla, yo también quiero jugar, dice, vuelve a respirar ahí dentro, ahora más profundamente, mientras sus piernas se aflojan, se separan despacio, y la pelota se desprende y bota hasta mis manos: sin mirar atrás corro, corro, corro de vuelta: Y yo también, grito, yo también quiero jugar.
miércoles, 8 de junio de 2011
No existe aún la libertad donde una pretendida democracia puramente formal es impuesta a modo de institución en una población que no sabe en qué consiste la libertad, que bajo la sola denominación de ésta es gobernada de una forma dictatorial y, en el estadio de la era técnica, vive un régimen totalitario.
Karl Jaspers, La bomba atómica y el porvenir del hombre (1958).
Más de cinco décadas después, esta frase tiene plena vigencia. Leí fragmentos de este libro hace unos quince años (no recuerdo que me llamara realmente la atención, aparte de esa frase); ahora, buceando en viejos cuadernos, rescato la cita para compartirla. La democracia institucionalizada, acartonada, apenas nominal, se está poniendo en cuestión estos días. Somos ciudadanas y ciudadanos, no meros clientes. No tienen derecho a timarnos, y se lo recordaremos de nuevo el día 19. Tal vez, como decía Jaspers, no sepamos en qué consiste la libertad, pero seguimos imaginando cómo es, cómo sería.
Karl Jaspers, La bomba atómica y el porvenir del hombre (1958).
Más de cinco décadas después, esta frase tiene plena vigencia. Leí fragmentos de este libro hace unos quince años (no recuerdo que me llamara realmente la atención, aparte de esa frase); ahora, buceando en viejos cuadernos, rescato la cita para compartirla. La democracia institucionalizada, acartonada, apenas nominal, se está poniendo en cuestión estos días. Somos ciudadanas y ciudadanos, no meros clientes. No tienen derecho a timarnos, y se lo recordaremos de nuevo el día 19. Tal vez, como decía Jaspers, no sepamos en qué consiste la libertad, pero seguimos imaginando cómo es, cómo sería.
lunes, 6 de junio de 2011
viernes, 3 de junio de 2011
a estas alturas
En estos días en que tanta gente se ha echado a la calle para exigir lo obvio, para pedir que la democracia no se quede en este simulacro, para exigir que los políticos representen a la ciudadanía y no a los intereses del poder, da rabia ver cómo seguimos manteniendo a personajillos que se dedican a reescribir la historia desde sus cavernas académicas.
Para empezar, el Diccionario biográfico español que acaba de publicar la Real Academia de la Historia deja fuera a las mujeres (salvo a algunas glorias del santoral ultramontano), siguiendo la tradición dieciochesca de honrar a los “varones ilustres” de la patria. Entre otras perlas, el Diccionario da lustre a la imagen de Franco (no se le califica de dictador), y suaviza la dureza de su régimen, que describe como “autoritario pero no totalitario”. No es cuestión de matices, sino puro falseamiento interesado, claro afán de limpieza de un régimen dictatorial y de un tirano sanguinario. Si al franquismo no se le atribuye el calificativo de dictadura, por contraste, el último gobierno de la II República, el del socialista Juan Negrín, se tilda de “prácticamente dictatorial”.
De haber sido sufragada por una fundación privada, la publicación de esta obrita sería lamentable, pero no escandalosa. Si resulta indignante es porque esa Real Academia de la Historia, institución obsoleta y ultraconservadora, está mantenida con fondos públicos, y este deplorable Diccionario hagiográfico ha sido costeado por el bolsillo de los contribuyentes.
Más allá de la corrección necesaria de las entradas de ese diccionario, lo cuestionable es la propia existencia de esa Academia. Como ha dicho con acierto Julián Casanova, los historiadores no necesitan guardianes de las esencias de la historia. La Academia no es el órgano institucional de los historiadores (¿acaso lo es la RAE respecto a los escritores?), sino un club de revisionistas. La Academia, a lo sumo, es idónea como objeto de estudio historiográfico, pues es muestra de cómo instituciones de esa índole han servido al poder desde su discurso de reconstrucción y andamiaje de las fuerzas vivas de la tradición más ultraconservadora, que ha gobernado este país durante buena parte de su historia.
Si no queremos que una institución así rediseñe nuestra historia a su antojo, si no queremos que una vez más se devuelva a los vencedores el privilegio de escribir la historia, tenemos el derecho a exigir que, al menos, se les retire toda subvención pública. En última instancia, cabe preguntarse por la necesidad de mantener instituciones públicas caducas e inútiles como ésta, que en tiempos de crisis deberían ser el objetivo prioritario de la tijera presupuestaria.
Para empezar, el Diccionario biográfico español que acaba de publicar la Real Academia de la Historia deja fuera a las mujeres (salvo a algunas glorias del santoral ultramontano), siguiendo la tradición dieciochesca de honrar a los “varones ilustres” de la patria. Entre otras perlas, el Diccionario da lustre a la imagen de Franco (no se le califica de dictador), y suaviza la dureza de su régimen, que describe como “autoritario pero no totalitario”. No es cuestión de matices, sino puro falseamiento interesado, claro afán de limpieza de un régimen dictatorial y de un tirano sanguinario. Si al franquismo no se le atribuye el calificativo de dictadura, por contraste, el último gobierno de la II República, el del socialista Juan Negrín, se tilda de “prácticamente dictatorial”.
De haber sido sufragada por una fundación privada, la publicación de esta obrita sería lamentable, pero no escandalosa. Si resulta indignante es porque esa Real Academia de la Historia, institución obsoleta y ultraconservadora, está mantenida con fondos públicos, y este deplorable Diccionario hagiográfico ha sido costeado por el bolsillo de los contribuyentes.
Más allá de la corrección necesaria de las entradas de ese diccionario, lo cuestionable es la propia existencia de esa Academia. Como ha dicho con acierto Julián Casanova, los historiadores no necesitan guardianes de las esencias de la historia. La Academia no es el órgano institucional de los historiadores (¿acaso lo es la RAE respecto a los escritores?), sino un club de revisionistas. La Academia, a lo sumo, es idónea como objeto de estudio historiográfico, pues es muestra de cómo instituciones de esa índole han servido al poder desde su discurso de reconstrucción y andamiaje de las fuerzas vivas de la tradición más ultraconservadora, que ha gobernado este país durante buena parte de su historia.
Si no queremos que una institución así rediseñe nuestra historia a su antojo, si no queremos que una vez más se devuelva a los vencedores el privilegio de escribir la historia, tenemos el derecho a exigir que, al menos, se les retire toda subvención pública. En última instancia, cabe preguntarse por la necesidad de mantener instituciones públicas caducas e inútiles como ésta, que en tiempos de crisis deberían ser el objetivo prioritario de la tijera presupuestaria.
jueves, 2 de junio de 2011
delirium
Tras la última copa de vino se oculta Saturno. Cuando el último trago alegra mi garganta, el último hijo devorado maldice al padre o primer dios en un grito ahogado. Tropiezo, ebrio, con el quicio de la puerta, y vomito en la alfombra de la biblioteca. Como sombras reptiles los masticados dioses se ayuntan bajo los anaqueles. Saturno, abrumado, los busca voraz por las esquinas, en los vanos de mis arcadas. Ahíto, me acurruco en el suelo: ovillo de espanto. Junto a mi rostro inmóvil, efímeras, nerviosas formas en fuga tantean el miedo. Corretean, me rozan el pelo y tropiezan con mis manos sin apercibirse, como si yo fuese un objeto inerte, como si estuviese muerto: Todos los dioses se han vuelto cucarachas.
miércoles, 1 de junio de 2011
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