Hombre iguana, © Byron Rabe Rendón
Esa mirada de iguana me desvía la atención de lo que dice. Un ojo azul marino, gris piedra el otro, ambos giratorios e hipnóticos. Y esa voz quebrada que vuelve a emitir un ronroneo en torno a las palabras, luego un gemido agudo. No entiendo la frase, algo sobre el sabor de la carne. Pero no habla de mí, me parece. Aunque me mira.
¡Buenísimo!
ResponderEliminarGracias, Fernando; sea bueno o no el resultado, la escritura de microrrelatos es puro goce.
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